La persona que impresiona llega más lejos. ¿Usted no lo consigue? No se desespere, pues todos podemos cambiar y mejorar nuestra actitud.
Susana, la ejecutiva de publicidad de cuarenta años, ha preparado muy bien su presentación, ha trabajado muchas semanas para ello, e incluso se ha comprado un vestido nuevo con este motivo. Pero ahora se siente ahogada, la voz no le funciona y empieza a tartamudear, se siente insegura y pierde el hilo. Los clientes han dejado de prestar atención y al final es la otra agencia la que consigue el trabajo. Aunque Susana ha hecho todo lo posible, su inseguridad ha causado cierto escepticismo en sus oyentes. Lo que le falta es fuerza persuasiva y una actitud segura y carismática.
¿Qué es el carisma? Los psicólogos lo definen como la suma de la confianza en sí mismo, la energía, la capacidad de persuasión y el encanto. Las personas carismáticas nos fascinan, son atrayentes y tienen un magnetismo especial. Si entran en una habitación, todo el mundo les mira, sus palabras tienen significado y no necesitan repetir las cosas para que les escuchen.
Las grandes estrellas como Marylin Monroe, Romy Schneider o Frank Sinatra tenían algo especial, parecían estar rodeados por una especie de magia. Ninguna de sus actuaciones pasó desapercibida, el público siempre estaba encantado. Lamentablemente nadie viene al mundo con el sex appeal de las estrellas. La mayoría de las personas que consideramos carismáticas tuvo que trabajar muy duro para conseguir esa imagen.
¿Sabían, por ejemplo, que la divina Greta Garbo de niña era muy tímida y que apenas hablaba una palabra? O que la actriz y cantante Marlene Dietrich tenía una vocecita chillona y que la costó mucho esfuerzo y muchas clases de locución conseguir la voz seductora que todos recordamos.
Por eso no hay que desanimarse, pues eso significa que está al alcance de todos nosotros. Cualquier persona, incluso usted, querido lector y lectora, puede mejorar su imagen, su actitud, su porte y su voz, y ganarse así el cariño y la simpatía de los demás. Para conseguirlo, sin embargo, hace falta un poco de buena voluntad y un tanto de trabajo.
¡Descubra su estilo!
Estudios han demostrado que cuando escuchamos a alguien, el cincuenta por ciento de nuestra atención se la prestamos a los gestos, las expresiones faciales, el movimiento y la vestimenta, el cuarenta por ciento a la voz y la retórica, y sólo el diez por ciento al contenido. Por eso el que quiera tener éxito y desee hacerse oír por los demás, no tiene que pensar solamente en lo que dice sino también y sobre todo en como presentarlo.
Volvamos al caso de Susana. A pesar de haberse comprado un vestido nuevo, especialmente para la presentación, no se sentía a gusto en el. Así suele ser siempre, se siente segura al elegir su vestimenta, pero el resultado no deja de ser erróneo y poco adecuado.
Su estilo oscila entre dos extremos, o es demasiado extravagante o demasiado matronal. No es consciente de que elige la ropa según su estado de ánimo y que se pone un disfraz cada vez que sale a reunirse con alguien. Teme emitir falsas señales y no conseguir su propósito.
Las personas que viven en armonía con su propio cuerpo saben exactamente lo que les sienta bien. Pero para Susana y muchas otras personas ese es un verdadero problema. Toda la vida nos comparamos con otros y buscamos además la compañía de personas con más éxito, simpatía y atractivo que nosotros. El resultado, por supuesto, es poco satisfactorio, siempre salimos perdiendo o nos sentimos inferiores.
En esa situación nuestra autoestima recibe un rasguño tras otro. Quizás nunca perdamos del todo esa inseguridad física, aún cuando tras grandes esfuerzos creamos haber superado el problema. En situaciones difíciles, sin embargo, puede aparecer de repente y mezclarse con otra sensación que destruye nuestra seguridad: el miedo. ¡Y el miedo paraliza!
De hecho el miedo a fracasar en público es más común que el miedo a volar. El que piensa positivamente, cree en su éxito y toma las riendas, ha triunfado ya a medias. Con buena autoestima y la voluntad de abrirse hacia los demás conseguirá su objetivo.
¡Desarrolle su autenticidad!
No hay que confundir un look perfecto con atractivo y carisma. Aunque la vestimenta es importante, sigue siendo sólo un factor entre varios. Considere lo que dijo Gianni Versace de Claudia Schiffer, «sin duda es una mujer hermosa, pero con mi moda no tiene nada que ver, es para las mujeres inteligentes.» No se trata sólo de la belleza o de un buen conjunto de ropa, para ser atractivo y carismático hay que conseguir que todo armonice: la apariencia, la voz, la postura, los gestos y las expresiones faciales. La autenticidad es un aspecto muy importante. Sólo si es auténtico, parecerá verdadero, creíble y genuino.
Comience a trabajar con su voz. Una voz ronca o un habla tartamuda no muestran carisma. No se preocupe si no le gusta su voz, pues el sonido y el tono de voz se pueden cambiar. Una voz cálida y expresiva es muy diferente en su efecto a un balbuceo apagado. Ya puede contar las historias más interesantes e increíbles o hablar de los últimos descubrimientos científicos, nadie se entusiasmará con lo que diga si su voz no resulta agradable.
Lo mismo ocurre con las emociones. Nos hemos vuelto demasiado reservados en nuestra manera de ser y de expresarnos. Este proceso comienza ya en la infancia, cuando aprendemos que los niños más calladitos y buenos son los preferidos, y así empezamos a reprimir nuestro temperamento desde pequeños. No es de extrañar entonces que eso se refleje también en nuestra manera de hablar, puede ser demasiado silenciosa e incluso incompresible…
¡Muestre firmeza a través de su lenguaje corporal!
Vale la pena también prestar atención a los gestos y las expresiones faciales, pues pueden decir más sobre su carácter y sus sentimientos que sus palabras. De manera inconsciente todos sabemos interpretar hasta cierto punto el lenguaje corporal de los demás, pero desconocemos su verdadero significado, y tampoco conseguimos emplearlo con eficacia nosotros mismos. Eso se debe a que la mayoría de las veces reaccionamos intuitivamente y de manera automática e involuntaria.
El lenguaje corporal subraya nuestras declaraciones verbales, dándoles así más fuerza. Revela además nuestras emociones y la relación que tenemos con los demás. Recuerde que los gestos firmes y seguros demuestran confianza en sí mismo, mientras que los movimientos inquietos y nerviosos pueden desconcertar a los oyentes.
El rascarse continuamente, igual que todo tipo de tics y hábitos nerviosos, siempre demuestra inseguridad y tensión. Quien mantenga una conversación con los brazos cruzados demuestra una actitud defensiva y ganará pocas simpatías. Una sonrisa cálida y amable, sin embargo, siempre cae bien. Sonría siempre que pueda y verá como se gana el corazón de los demás.
Una persona que mantenga una postura derecha mientras hable y que mire directamente a los ojos de las personas a las que se dirige, siempre destacará de manera positiva. Si alguien, sin embargo, deja colgar los hombros y mira constantemente al suelo, pasará desapercibido. En general el contacto visual es un factor muy importante de la comunicación humana. Un proverbio chino dice que, «la mirada es la segunda espina dorsal.»
Quién mire a los demás directamente a los ojos les impresiona e inspira confianza. Una mirada casual, sin embargo, no debe durar más de tres segundos – si los sobrepasa emite ya un claro interés especial. El locutor debe evitar mirar fijamente a sus oyentes, además de vez en cuando es conveniente que desvíe su mirada. El oyente, sin embargo, sí puede mirar al locutor de manera fija, pues así demuestra su interés y le anima a seguir hablando.
Diga “¡Sí, así soy yo!”
Hay seminarios especiales, donde se puede aprender locución y el arte de la presentación, pero lo más importante para mejorar su imagen es la armonía interior. Cuando se trata de conseguir grandes cambios personales lo más difícil es proponérselo de verdad y sentirse satisfecho con su decisión. Si a diario tiene la sensación de llevar un disfraz, todo perderá su significado y no conseguirá nada.
Las personas desarrollan ciertos rasgos desde la infancia y al cabo del tiempo estos van siendo más intensos y distintivos. Un tipo introvertido no será nunca el rey de la fiesta y un aventurero jamás estará a gusto en una oficina.
Cuando llegue al momento de decir, «sí, así soy yo», el atractivo, el carisma y la autenticidad que desea llegarán por si solos. Coco Chanel lo dijo así,» el rostro de una veinteañera es como la naturaleza lo ha creado, el de una mujer de treinta ya ha sido marcado por la vida, pero a los cincuenta cada uno tiene la cara que se merece.»