Cuando parejas de amantes se atormentan, pero no son capaces de separarse, quizás estén unidos por karma. Tendrán que librarse de él, para poder ser felices en el futuro.
Los amigos y familiares no lo entienden: Regina es una mujer joven, independiente y segura de sí misma. Pero, sin embargo, aguanta sin rechistar los malos tratos de su novio Martín. El la envía a hacer recados, critica su estilo de vida y su vestimenta, se burla de ella y hace chistes a su costa, la pone en ridículo y la humilla delante de todo el mundo. Regina lo tiene asumido, pues sabe muy bien que no puede librarse de él.
Lo ha intentado ya varias veces, pero no lo ha conseguido, al final siempre ha vuelto con él. Es como si algo la obligara a soportar los malos tratos a los que Martín la somete. Lo que ella no sabe, es que la causa para los problemas de esta relación tan desastrosa, quizás no se encuentre en el presente sino en el pasado lejano. Probablemente Martín y ella ya hayan estado unidos en numerosas vidas anteriores.
Esta pareja no es ninguna excepción, ni tampoco un caso aislado. Hay muchas relaciones similares, personas que se hacen infelices y se atormentan mutuamente, pero que no son capaces de dejarse. No lo consiguen de ninguna manera y todos los intentos de separarse fallan indudablemente.
Las relaciones de pareja están determinadas por el karma
Muy pocas personas son conscientes de que detrás de ese comportamiento hay una gran fuerza determinante, que se conoce bajo el nombre de “karma”. El karma se basa en la doctrina de la reencarnación, que proviene del hinduismo y del budismo. La doctrina afirma que todas las relaciones humanas están determinadas por el karma.
Las almas que alguna vez tuvieron un vínculo emocional muy fuerte, se vuelven a encontrar una y otra vez. Eso significa que llevamos con nosotros el amor y el afecto de nuestras vidas pasadas, pero en este ciclo recurrente también nos acompañan la dependencia, el odio y las aversiones. Los actos realizados en una vida anterior y el daño que alguna vez causamos a otra persona, permanecen ahí, hasta que hemos podido compensarlos.
La ley del karma se basa en la retribución, la causa y el efecto, para cada acción hay una reacción. Martín hiere a Regina y ella vuelve a encontrarle en otra vida, en otro cuerpo y tal vez otro sexo, y debido a un recuerdo vago e inconsciente de su vida anterior, Regina ahora le hiere a él. En la próxima vida es otra vez Martín el que causa el daño y así sucesivamente. Los dos están para siempre enredados en este ciclo interminable de sufrimiento y dolor.
Podemos tomar nuestro destino en nuestras propias manos
Esta cadena kármica se puede romper, pero primero hay que reconocerla como tal y ser conscientes de que se trata de un círculo vicioso proveniente de nuestras existencias previas. Cada uno de los dos tiene la posibilidad de deshacer esta cadena, siempre que esté dispuesto a tomar su destino en sus propias manos.
Supongamos que Martín fue gravemente herido en una vida anterior por Regina. Si reconoce la verdad de la ley del karma y se da cuenta que es la base de su relación con Regina, puede negarse a seguir actuando como instrumento de su karma. Aunque sienta inconscientemente, que su inexplicable impulso de atormentarla, es en cierto modo justificado, y a pesar de ello, toma la decisión de negarse a seguir siendo responsable del castigo que, según la ley kármica, ella merece, eso significa que Martín perdona a Regina y así la cadena kármica se rompe.
También existe la posibilidad de que Regina descubra la verdad de la ley del karma y se pregunte qué es lo que ella pudo haberle hecho a Martín en una vida anterior, para causar sus malos tratos y su comportamiento hiriente. En su vida actual, desde luego, no existe nada que lo justifique. Por lo tanto, la causa debe estar en una vida pasada. Regina se da cuenta que los dos están unidos en este círculo vicioso que ella misma causó en una encarnación anterior. Regina llega a la conclusión de que quizás merezca los insultos y los malos tratos de Martín, ya que así se cumple su destino. A partir de ese momento, Regina está dispuesta a compensar su culpa kármica – sin amargura, ni resentimiento. Así, a través de su perdón y su comprensión, podrá pagar su deuda y romper la cadena kármica.
El karma se puede convertir en el único factor determinante de nuestro destino, si dejamos que las cosas sucedan y no prestamos atención a sus leyes. Si ignoramos el karma, dominará nuestras vidas de manera incesante y sin compasión. Si reconocemos, sin embargo, que todo lo que nos ocurre en esta vida lo hemos causado nosotros mismos en algún momento de nuestras existencias previas, podremos cambiar nuestro karma y determinar nuestro propio destino.