Puede aportarnos mucha felicidad en el amor, pero también puede traer desgracia y desesperación. Todo depende de lo que el individuo decida hacer con su karma.
Para comprender lo que es el karma, hay que conocer la doctrina de la reencarnación. Esta doctrina proviene del budismo y del hinduismo y afirma que tenemos un alma inmortal que vuelve a renacer una y otra vez en distintos cuerpos. Así podemos reparar los daños que causamos en existencias previas y aprender cosas que no habíamos conseguido comprender en nuestras vidas anteriores. El karma nos obliga a reencarnar hasta que hemos resuelto los problemas que nosotros mismos hemos creado.
Todas nuestras relaciones personales, sin importar de qué tipo sean, siempre son kármicas. Es muy probable que en distintas encarnaciones nos crucemos con almas con las que en otras vidas tuvimos un vínculo emocional muy fuerte y que nos acompañan a través del tiempo. Dado que nuestra apariencia física cambia de una vida a la siguiente, frecuentemente no somos capaces de reconocernos mutuamente, pero la conexión emocional es palpable y actúa en el subconsciente. Prueba de ello es que en casi todas las familias o grupos de amigos hay problemas por resolver que, sin que ellos mismos lo sepan, se han ido acumulando a través de las encarnaciones anteriores.
En el sentido kármico las parejas de amantes que se vuelven a encontrar pueden ser excepcionalmente felices en el amor y experimentar inmenso placer. La pasión que sintieron en vidas anteriores se va intensificando con cada existencia, los recuerdos se manifiestan en un fuerte deseo y conducen al éxtasis. Al mismo tiempo también puede haber parejas que tengan que volver a sufrir el dolor emocional que se causaron en otras vidas, sobre todo si de una encarnación a la próxima no consiguieron resolver los conflictos, ni fueron capaces de superar las lesiones.
Muy pocas personas son conscientes de que el promotor de ese comportamiento es la fuerza determinante del karma. La ley del karma se basa en la retribución, la causa y el efecto, para cada acción hay una reacción. El que haya herido a una persona en una vida anterior, será herido del mismo modo en su próxima existencia.
Todos llevamos nuestro karma con nosotros
Continuamente llegan cartas a nuestra redacción de personas angustiadas que buscan ayuda en su relación de pareja. No pueden explicarse por qué sus amantes y seres queridos les infligen tanto sufrimiento. Irene describe el comportamiento cruel y despiadado de su novio, que hace de su vida un martirio. A pesar del desconsuelo que siente no es capaz de separarse de él. “Es como si una cadena invisible nos atara el uno al otro” escribe en su desesperación. Así sigue viviendo junto a él, aunque la mayoría del tiempo lo que siente por él es odio y resentimiento.
“A pesar de que al principio nos amábamos apasionadamente, con el tiempo la situación ha ido deteriorándose. Ahora haga lo que haga, el no está de acuerdo con nada. Cuando nos reunimos con los amigos se burla de mí y me pone en ridículo. Dice que no valgo nada, aprovecha cualquier oportunidad para insultarme delante de todos y hace bromas a mi costa. Hasta que no rompo a llorar no está satisfecho. Si me quedo en casa para librarme de su comportamiento abusivo, viene con sus amigos a acosarme con sus comentarios hirientes y groseros. Ha habido noches en las que salí de casa corriendo, huyendo de sus malos tratos, y estuve dando vueltas por la calle toda la noche. Cuando fui capaz de regresar él solo se río de mí. Un invierno no me dejó entrar a casa y estuve horas esperando fuera, el resultado fue que caí enferma con neumonía y tuve que ser hospitalizada. Cuando le amenazo con dejarle, no se lo toma en serio – supongo que sabe lo débil que soy y que no sería capaz de hacerlo. ¿Qué puedo hacer?
El astrólogo jefe Dirk Hoffmann aconseja a Irene que primeramente tome consciencia de que ese problema ya existe desde hace años. “Todos llevamos nuestro karma con nosotros, nos acompaña al morir y vuelve a aparecer en nuestra siguiente encarnación. Pero, sin embargo, no es correcto pensar que nuestro destino personal esté exclusivamente determinado por esa fuerza llamada karma. Si el karma fuese responsable de todo lo que nos sucede, nuestra existencia tendría poco sentido, podríamos darnos por vencidos y rendirnos ante su dominio total. Pero no es así, el alma tiene libre albedrío y siempre hay libertad de elección. Si reconocemos que somos nosotros mismos los que hemos causado las desgracias que nos afijen, podremos cambiar nuestro karma en cualquier momento.”
Dirk Hoffmann sugiere a Irene que asuma la responsabilidad de los acontecimientos en su relación de pareja. Para poder cambiar su karma ella tendrá que perdonar sinceramente a su novio. Sólo así podrá pagar sus deudas y romper la cadena kármica. Cuando desaparezca por completo la amargura y el rencor contra su pareja, su comportamiento también cambiará. No sucederá de manera instantánea, pero se manifestará con el tiempo. En ese momento, por fin, se habrá anulado la negatividad y el karma que les unía se habrá disuelto.
La terapia de la regresión ayuda a reconocer los problemas
Martín envió la siguiente carta a nuestra redacción: “Mi mujer y yo reñimos constantemente y nos hacemos la vida imposible. A pesar de ello, no somos capaces de separarnos. Todos los días peleamos y por la noche me paso las horas en vela pensando cómo podría salir de este desastre. La amargura y el desasosiego dominan nuestra vida común. Aunque en el fondo soy una persona muy pacífica y poco agresiva un día, a consecuencia de una de nuestras disputas enfurecidas, pegué a mi esposa. Lo sentí mucho inmediatamente, pero ella me había sacado de quicio de tal manera que no pude contenerme. Estoy convencido de que debajo de tanta discordia todavía hay cariño y amor, y sé que por mucho daño que nos causemos mutuamente no hemos dejado de querernos. Pero algo parece obligarme a herirla constantemente, y así nuestra vida desgraciadamente es un ciclo eterno de maldad, malicia y rencor.”
Para Dirk Hoffmann este tipo de relación dominada por una dinámica negativa no es nada nuevo: “Estas dos almas están vinculadas a través de muchas encarnaciones por el odio y la hostilidad, y no serán capaces de salir de esa situación tan catastrófica sin ayuda ajena. Para esas parejas la terapia de la regresión sería sin duda la mejor solución. Así tendrán la oportunidad de viajar a través del tiempo para descubrir cómo empezaron las dificultades que hacen de su vida actual un verdadero calvario. Podrán descubrir la profunda conexión que les une y reconocerán las heridas que condicionan su conducta. Con esos conocimientos podrán librarse de la carga emocional asociada con los eventos de sus existencias previas. Verán su comportamiento desde una perspectiva nueva y serán capaces de desbloquear las barreras entre el inconsciente y la consciencia. Superarán el odio y la enemistad y volverán a descubrir de nuevo el amor.”
¡El que perdona sale ganando!
Aparte de las cartas angustiadas que llegan a nuestra redacción también recibimos mensajes positivos de lectores que han conseguido romper la cadena kármica y han sabido rehacer su relación de pareja. Susana, una señora de mediana edad nos escribió lo siguiente: “Siempre leo su revista con gran interés y más de una vez sus artículos me ha sido una gran ayuda en cuestiones espirituales. Los temas sobrenaturales me llevan interesando ya muchos años y he desarrollado una especial sensibilidad en el trato con otras personas. Cuando hace anos conocí a mi marido, supe instantáneamente que nuestras almas se conocían de otras vidas. Era evidente que nos unían unos lazos emocionales muy fuertes, pero también fui consciente de los conflictos sin resolver que existían entre nosotros. Igual que yo, mi esposo cree en la reencarnación y sabe que a través de nuestros hechos en otras encarnaciones somos responsables de nuestro propio karma. Juntos decidimos perdonarnos nuestros hechos del pasado y así deshicimos la cadena kármica. Desde entonces y hasta ahora somos una pareja feliz.
Dirk Hoffmann comenta al respecto: “Esa pareja va por muy buen camino. Han aceptado que nuestros hechos en existencias previas determinan la deuda kármica que debemos saldar. Mientras que no asumimos esa responsabilidad todo estará en movimiento, hasta que después de pagar nuestra deuda hayamos cancelado las causas negativas que demanda la ley kármica de causa y efecto.”