Desde tiempos inmemoriales el hombre se pregunta qué es lo que viene después de la muerte. No importa a que fe uno pertenezca, que ideología posea o que creencia tenga, esa pregunta nos interesa a todos.
¿Hay un Dios? ¿Existe un mundo en el que el alma pueda encontrar la paz eterna? ¿Pasaremos por el purgatorio para ajustar cuentas o iremos directamente al infierno a sufrir eternamente tras una vida llena de culpa y pecado? Al ser humano le interesa con fervor las respuestas a esas preguntas, todos queremos saber lo que nos espera en el más allá, si es que de hecho existe.
Las religiones nos llenan de esperanza al ofrecernos la posibilidad de una vida después de la muerte, aunque no se trate del tipo de vida que conocemos. Es un gran consuelo pensar que podremos sobrevivir nuestra propia muerte, aunque desconozcamos de qué forma de existencia se podría tratar.
Muchos creen que les espera una vida mejor, sin dolor ni sufrimiento. Esa idea les ayuda inmensamente a soportar y hacer frente a la vida cotidiana actual. La noción que después de la muerte iremos a un sitio infinitamente mejor o quizás a un lugar terrible es muy común y se conoce en todas las culturas.
Las religiones ofrecen respuestas a muchas preguntas
La religión judía, por ejemplo, no ve la muerte no como un punto final, sino como una puerta de entrada a la próxima vida. Los judíos creen en la resurrección de los muertos en el día del juicio final y comparten esa creencia con los cristianos y los musulmanes. Ese día Dios juzgará a todos los seres según sus obras en su vida terrenal. Los justos irán al paraíso y vivirán eternamente en absoluta felicidad y los culpables sin capacidad de arrepentimiento irán al infierno.
Las religiones del Extremo Oriente, como el hinduismo o el budismo, tienen un gran atractivo, pues en esas creencias la muerte no significa el final abrupto y radical de nuestra existencia terrenal, en su lugar nos ofrecen el concepto de la reencarnación y nos dan así una nueva oportunidad.
¿Existe de veras el más allá? Esa es una de las cuestiones centrales de la humanidad. No se sabe con certidumbre si los contactos con los fallecidos son reales, y aunque lo fueran, si se podrían considerar como prueba suficiente para la existencia de otro mundo. No hay duda alguna, de que los informes y noticias sobre ese tipo de contacto nos conmueven y nos hacen pensar. ¿Cómo es posible que los fallecidos nos manden mensajes desde el más allá y de qué manera se suelen manifestar?
Los mensajes del más allá
Hay muchos ejemplos que nos intrigan y a veces nos convencen de la realidad de estas manifestaciones. Puede darse el caso que un ser querido, que vive en otra ciudad, aparezca a los pies de la cama en la hora de su muerte, o que el reloj del abuelo se pare justo en el momento de su fallecer.
Martina de Ciudad Real describe así su experiencia, “al morir mi mejor amiga, que para mí era como una hermana, notaba con frecuencia su presencia en muchos de nuestros lugares favoritos. Uno de ellos era un antiguo pabellón en el jardín, en el que solíamos reunirnos muy a menudo, allí no sólo estaba segura de oler su perfume, sino que incluso a veces, en algunos momentos especialmente intensos, sentía a Sandra detrás de mí y su mano sobre mi hombro…”
Martina está convencida que estas experiencias no son fruto de su imaginación y su deseo de volver a ver a su mejor amiga, sino que se trata verdaderamente de contactos reales. Para Martina el olor del perfume de Sandra es prueba de ello, pues alrededor del pabellón no hay nada que recuerde a esa específica fragancia. Ella, después de estas impresiones, no tiene ninguna duda que hay más entre el cielo y la tierra que el hombre puede imaginar. Sentir a su amiga cercana a sido además un gran alivio para superar su pérdida.
Contacto con los fallecidos
Las experiencias de Alejandro de Córdoba fueron similares. En sus sueños le apareció su padre, que acababa de morir recientemente. “Trabajo mucho en el extranjero y estaba de viaje, cuando la salud de mi padre empeoró de repente, y por desgracia no conseguí regresar a tiempo para despedirme de él antes de que falleciera.” Para Alejandro eso fue muy penoso, pues la relación con su padre siempre había sido difícil y un poco tensa. “Me hubiese gustado haber tenido suficiente tiempo para aclarar algunas cosas con él antes de su muerte.”
En su sueño estaba sentado con su padre en el césped delante de la casa donde vivía de niño, el ambiente era muy relajado y tranquilo. “Mi padre tomó mi mano y me dijo, que no todo en nuestra relación de padre e hijo había sido satisfactorio, pero que él siempre había estado muy orgulloso de mí y de todo lo que había logrado en mi vida y que no me sintiera ya culpable por no haber podido estar a su lado en el momento de su muerte.”
Su padre le dijo, que era su mayor deseo que Alejandro fuese siempre muy feliz. Le abrazó intensamente y en ese momento Alejandro se despertó. Se dio cuenta que la ventana estaba abierta de par en par, y él estaba seguro de haberla cerrado la noche anterior, un hecho que hasta hoy no se puede explicar. Sus sentimientos de culpa desaparecieron para siempre desde ese momento.
Experiencias límite cercanas a la muerte
Otros acontecimientos que nos ponen los pelos de punta son las experiencias límite cercanas a la muerte. Se trata de las vivencias de personas que se encontraban al borde de la muerte y que han sobrevivido. Sus experiencias nos dan una pequeña idea de lo que podría ser el más allá. Las semejanzas entre los relatos son fascinantes y verdaderamente impresionantes, sobre todo si se tiene en cuenta, que ninguna de las personas en cuestión se conocían previamente, además son de diferentes orígenes y fueron expuestas a estas experiencias límites en momentos y circunstancias completamente disimilares. Sin embargo, los acontecimientos que la mayoría de ellos describen son casi idénticos.
Joaquín de Cáceres describe su experiencia de la manera siguiente, “Veía una luz brillante y clara que me atraía mágicamente. De repente vi a mi madre, que extendía sus brazos y me invitaba a seguirla. Sentía un increíble bienestar y una gran paz interior. Finalmente, tenía la opción de seguir hacia adelante en dirección a la luz o de regresar. Me sentía ligero y libre de todas las preocupaciones y responsabilidades terrenales.”
Según Joaquín la luz era muy bonita y atrayente, pero mientras seguía hacia adelante oía una voz que le llamaba y le imploraba que no le abandonara. “Esa voz seguro que pertenecía a mi mujer y a mis hijos. Al regresar volví a sentir el peso y la gravedad terrenal, la luz fue desapareciendo y me quedé envuelto en tinieblas. En el momento más oscuro, por fin abrí de nuevo los ojos.”
Relatos en torno a la vida después de la muerte
Eva de Santander nos cuenta lo que vivió, “Me veía tumbada en una sala de consulta médica. Me observaba desde una esquina en lo alto de la habitación y al mismo tiempo estaba completamente sorprendida de verme a mí misma desde allí. Oía lo que los médicos decían sobre mí. De repente apareció una luz y no tuve más remedio que mirarla y seguirla. Vi que me conducía hacia un oscuro túnel que debía atravesar. Al final del túnel volvió a aparecer la luz brillante y vi a muchos de mis familiares fallecidos, mis padres, mi tía y mis abuelos. Eso me dio una sensación de felicidad y sosiego. Era muy conmovedor volver a ver de nuevo a esos seres tan queridos.” Pero Eva no podía seguir hacia delante, algo la impedía avanzar hacia la luz. Regresó al túnel, a la habitación de consulta y finalmente a su propio cuerpo.
Carlos de Valladolid narra los acontecimientos que experimentó, de la manera siguiente, “Al final del túnel podía ver a una figura blanca y hermosa que me hablaba con gran amabilidad. Yo mientras tanto me sentía muy relajado y ligero, me envolvía una sensación de bienestar y una gran paz interior. Sentía que quería quedarme allí para siempre, pero de repente estaba de vuelta.” Carlos no ha sido capaz de dejar de pensar en esa experiencia tan especial, que cambió su vida de manera significativa. “Desde entonces no tengo ya miedo de morir. Para mí eso fue una prueba de que existe el más allá y que nos espera el paraíso. Por supuesto, estoy feliz de haber recibido una segunda oportunidad, pero gracias a esa experiencia me es más fácil hacer frente a los problemas que presenta esta vida. Además ahora sé con certeza, que después todo será hermoso e infinitamente mejor.”
Cada uno de nosotros tendrá que decidir por sí mismo, que es lo que opina acerca de este fenómeno. Lo que sí es cierto, es que es un tema que ocupa tanto a los científicos como a los teólogos. No existen todavía pruebas para estos testimonios, pero eso quizás cambie en cierto tiempo, pues el interés por el más allá continúa sin cesar.