La doctrina de los chakras

La doctrina de los chakras

Los indios y tibetanos lo saben desde hace mucho tiempo: Poseemos siete centros de energía invisibles que afectan nuestro bienestar, nuestra salud y nuestra elasticidad.

Muchas sabidurías, prácticas y doctrinas, que surgen de las culturas tradicionales de Asia, van teniendo cada vez más importancia en el mundo occidental, pues nos demuestran siempre de nuevo, y de manera sorprendente, las conexiones integrales que existen entre la mente, el cuerpo y el alma. Que el cuerpo humano no es sólo la materia física visible sino que además está rodeado de sutiles vibraciones que nos conectan con la energía universal, es un conocimiento que, entre otras cosas, le debemos a los asiáticos.

En el cuerpo estas vibraciones se manifiestan como zonas de energía que corren horizontal y verticalmente a través de todo el organismo. Cuando se encuentran crean poderosos centros de energía, los «chakras», cuyo nombre viene del sánscrito y significa «ruedas».

Estos centros energéticos, en forma de remolinos y a veces de color, son invisibles para el ojo, pero sí existen y son reales. La vibración de energía de los chakras produce una fuerza en el cuerpo humano que los hindúes llaman «tattva». En un organismo sano sobresalen del cuerpo hasta crear un puente entre la energía cósmica y la naturaleza física del ser humano. Absorben la energía exterior y la transmiten al cuerpo. Cuando se trata de una persona débil, enferma o vieja apenas alcanzan la superficie del cuerpo.

Un puente entre el ser humano y el cosmos

En un cuerpo joven y sano estos remolinos giran armoniosamente, con regularidad y gran velocidad, así la energía vital llamada «prana» fluye libremente en todas las direcciones. Si una o más de estas ruedas comienzan a girar más despacio, se bloquea o impide el flujo de energía y perdemos el contacto con nuestra fuente de fuerza vital, es lo que pasa cuando envejecemos o caemos enfermos.

Para sentirnos fuertes, sanos y felices, todos los chakras deben girar de forma regular y rápida. A través de diversas prácticas espirituales como la meditación, el yoga, el reiki, el tantra y especialmente los «Cinco Tibetanos» podemos conseguir que los chakras giren con regularidad y rapidez. También en las terapias curativas como el Ayurveda y la medicina tradicional china la estimulación de los chakras es muy importante.

Hay siete chakras principales que se reparten a lo largo de la columna vertebral. Cada uno de estos siete «remolinos» tiene una conexión específica con una de las siete glándulas del sistema endocrino humano, que es donde se producen las hormonas. La función principal de estos remolinos de energía es estimular el reparto de hormonas, ya que son ellas las que regulan todas las funciones corporales, incluyendo el proceso de envejecimiento.

Los siete chakras principales

La primera vértebra, la llamada «raíz», se encuentra en la columna lumbar y está conectada con las capsulas suprarrenales. Se asocia con nuestra confianza básica, ya que irradia hacia abajo y simboliza la supervivencia, el instinto de autoconservación, la seguridad y el contacto con la energía de la tierra. Regula todo lo sólido del cuerpo como los huesos, los dientes y las uñas. Si gira con normalidad su color es rojo rubí.

El «chakra sacro» está a la altura del sacro en la columna vertebral y actúa sobre las glándulas sexuales y reproductivas. Emite el color naranja y su misión es aumentar y mejorar nuestras ganas de vivir, la relación con el sexo opuesto, la energía sexual y la confianza propia. Regula además el equilibrio de líquidos del cuerpo humano.

El tercer chakra es el «chakra del plexo solar» y se encuentra en la columna vertebral a nivel del plexo solar. Actúa en el páncreas y fortalece la fuerza de voluntad, nos da confianza y armoniza nuestro sistema nervioso. En su estado ideal su color es amarillo brillante. Regula todo lo relacionado con la digestión y los órganos digestivos.

Las funciones de los chakras

El cuarto remolino, el «chakra del corazón», se encuentra aproximadamente a la altura del esternón y está conectado con la glándula del timo en la región del corazón. Se ocupa de la salud, la bondad, la compasión y la armonía. A través de este chakra experimentamos levedad, ligereza y agilidad. Regula la circulación sanguinea, los pulmones, los bronquios, los brazos y las manos. Su color es el verde de las praderas.

El quinto es el «chakra de la garganta», su color es azul celeste y se encuentra cerca de la garganta. Este chakra nos conecta con nuestra fuerza mental y la eternidad. Nos proporciona vibraciones pacíficas, inspiración y verdad, y nos ayuda a reconocer el elemento etéreo dentro de nosotros. Regula la respiración, la voz, el metabolismo y el sistema nervioso.

El «chakra de la frente», también llamado el «tercer ojo», está conectado con la hipófisis o glándula pituitaria. Es incoloro y despierta las capacidades mentales, tal como la imaginación, la sabiduría, el auto-conocimiento y la fuerza de voluntad. Nos puede proporcionar percepciones extrasensoriales e incluso capacitarnos para la telepatía.

El último y el más superior es el «chakra de la corona». Se encuentra en la parte superior de la cabeza, que corresponde a la posición de la glándula pineal. Al contrario que el chakra de la raíz, se abre hacia arriba uniéndonos así con nuestra naturaleza espiritual. Es responsable de nuestro espiritualismo, de nuestra religiosidad e iluminación, además regula el ritmo vigilia-sueño y el sueño REM.

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